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domingo, 1 de marzo de 2009

Sin permiso


“Perdóname si no pedí permiso para utilizarte, si en mis noches sin sueño tome prestada tu existencia enredándola a la mía, si en los instantes sin locura busque refugio en el hueco robado de tus brazos, si recogí los minutos que tiraste sin vivir, si me quede con los momentos azul oscuro de tus madrugadas, si envenene mi boca con los besos que olvidaste.

Perdóname si te hice importante sin pedirte permiso, si fui libre para incluirte en mi camino de pasos mojados, si decidí ser tuya sin tener nada de ti, si como una sombra me pegue a tus movimientos, si entre en tus sueños por la puerta de atrás, si me mire en tus ojos como un espejo de agua, si me vestí de tus deshoras, si me desnude con tus suspiros.

Perdóname si no pedí permiso para sobornar mi cordura, si entrelace mi cintura a tu cadera, si me deslice en la cadencia de tu vaivén nostálgico, si puse a correr mi corazón vagabundo tras tu rastro, si deje de respirar el aire en que no estás, si me emborrache con tu sabor a mar, si aprendí a leer los renglones torcidos de tus pensamientos.

Perdóname si te di un nombre sin pedirte permiso, si construí un universo para rendirlo a tus pies, si navegue por las aguas de tu piel, si convertí imposibles en horizontes cercanos, si deshice improbables para dibujar tu sonrisa, si bordee el desastre para llegar hasta tu orilla, si me hundí sin remedio en tus palabras perdidas.

Perdóname si no pedí permiso para soñarte, para añorarte, para sentirte, para crearte, para olvidarte, para acariciarte, para recuperarte, para imaginarte, para evocarte, para comprenderte, para llorarte, para suspirarte, para recordarte, para tocarte, para intuirte,
para anhelarte, para adivinarte, para mirarte, para desearte.

Perdóname si vuela hasta ti este mensaje sin pedirte permiso".

lunes, 24 de diciembre de 2007


“Si pudiera crearte,
le daría el color de la noche a tus cabellos,
para encontrar estrellas
cuando mis dedos se pierdan
entre esas madejas de oscuridad,
tus ojos tendrían el fuego verde de una esmeralda,
tu cuerpo estaría esculpido por gotas de lluvia fría,
tu piel encerraría el salado sabor de mil mares,
tus brazos formarían el hueco perfecto
donde repose mi cuerpo cansado,
toda tu anatomía estaría llena de los caminos
que mis manos deban seguir,
tu cuello encerrará el secreto
que me haga hundirme
en el aroma del deseo prohibido.

Si pudiera crearte,
serías tan fuerte como las raíces viejas,
tan temperamental como un huracán,
tan extraño como una perla negra,
tan tierno como la caricia de un niño,
tan salvaje como un animal,
tan justo como Salomón,
tan impetuoso como el océano,
tan sensible como un poema,
tan sublime como un amanecer,
tan caprichoso como un dios.

Si pudiera crearte,
tendrías la clave que abre mi cuerpo,
conocerías el secreto de mi piel,
la locura de mi alma,
el dolor de mi corazón,
sabrías navegar en mis ojos
y naufragar en mi mirada,
beberías mis lágrimas,
te alimentarías de mis alegrías,
doblegarías mi furia,
sabrías tomar las riendas
de mi maldito orgullo,
para acabar rindiéndote
al más sencillo de mis gestos.

Si pudiera crearte,
sencillamente, no lo haría,
porque sé que estás,
que llegarás,
tan exacto,
tan completo,
que ni yo misma
lo comprenderé,
pero lo harás
y una sola palabra
brotara de mis labios...
Bienvenido”.